Estudio bíblico: ¿Qué debes hacer para que crezca tu fe?
Estudio bíblico: ¿Qué debes hacer para que crezca tu fe?
Dios les bendiga estimados amigos, en ésta ocasión les compartiré sobre como hacer crecer la fe, para lograr lo imposible, para éste estudio bíblico usaremos la Biblia Nueva Versión Internacional NVI.
Entonces los apóstoles le dijeron al Señor:
―¡Aumenta nuestra fe!
―Si ustedes tuvieran una fe tan pequeña como un grano de mostaza —les respondió el Señor—, podrían decirle a este árbol: “Desarráigate y plántate en el mar”, y les obedecería. San Lucas 17.5-6
Es fácil entender que los apóstoles querían que su Maestro les diera una buena dosis de fe, de una forma instantánea, de una forma inmediata.
Jesús en ningún momento les contestó que NO les aumentaría la fe, si no que les explicó con un ejemplo terrenal, con una parábola, como funciona la fe.
La fe es como una semilla, y la semilla la podemos definir como un grano contenido en el interior del fruto de una planta y que, puesto en las condiciones adecuadas, germina y da origen a una nueva planta de la misma especie.
Les contó otra parábola: «El reino de los cielos es como un grano de mostaza que un hombre sembró en su campo. Aunque es la más pequeña de todas las semillas, cuando crece es la más grande de las hortalizas y se convierte en árbol, de modo que vienen las aves y anidan en sus ramas». San Mateo 13.31-32
Todo mundo sabe que para que una semilla germine, obviamente debe de ser puesta en una superficie que absorba agua y mantenga la humedad, lo ideal es “tierra”, después debe recibir esa semilla constantemente agua y luz de sol para que germine y crezca, hasta convertirse en un árbol.
¿De que están hechos los seres humanos?
Y Dios el Señor formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz hálito de vida, y el hombre se convirtió en un ser viviente. Génesis 2.7
Te ganarás el pan con el sudor de tu frente,
hasta que vuelvas a la misma tierra
de la cual fuiste sacado.
Porque polvo eres,
y al polvo volverás». Génesis 3.19
hasta que vuelvas a la misma tierra
de la cual fuiste sacado.
Porque polvo eres,
y al polvo volverás». Génesis 3.19
¿Como se siembra la semilla de fe en el ser humano y como hacer para que germine y crezca hasta convertirse en un árbol?
De nuevo comenzó Jesús a enseñar a la orilla del lago. La multitud que se reunió para verlo era tan grande que él subió y se sentó en una barca que estaba en el lago, mientras toda la gente se quedaba en la playa. Entonces se puso a enseñarles muchas cosas por medio de parábolas y, como parte de su instrucción, les dijo: «¡Pongan atención! Un sembrador salió a sembrar. Sucedió que al esparcir él la semilla, una parte cayó junto al camino, y llegaron los pájaros y se la comieron. Otra parte cayó en terreno pedregoso, sin mucha tierra. Esa semilla brotó pronto porque la tierra no era profunda; pero, cuando salió el sol, las plantas se marchitaron y, por no tener raíz, se secaron. Otra parte de la semilla cayó entre espinos que, al crecer, la ahogaron, de modo que no dio fruto. Pero las otras semillas cayeron en buen terreno. Brotaron, crecieron y produjeron una cosecha que rindió el treinta, el sesenta y hasta el ciento por uno.
»El que tenga oídos para oír, que oiga», añadió Jesús. San Marcos 4.1-9
La palabra de Dios es la semilla sembrada en tu corazón, desde el momento en que escuchas la palabra de vida eterna, la semilla ya cayó en tu corazón, es de esperar que esa semilla de fe germine.
Así que la fe viene como resultado de oír el mensaje, y el mensaje que se oye es la palabra de Cristo. Romanos 10.17
Debes tener claro que si quieres agradar a Dios, debes tener fe, y entre más desarrollada tengas la fe, más agradarás a Dios.
En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan. Hebreos 11.6
La palabra de Dios nos enseña mucho sobre el crecimiento de la fe:
No debes tener miedo, porque el miedo te hace dudar, y la duda debilita tu fe.
Cuando los discípulos lo vieron caminando sobre el agua, quedaron aterrados.
―¡Es un fantasma! —gritaron de miedo.
Pero Jesús les dijo en seguida:
―¡Cálmense! Soy yo. No tengan miedo.
―Señor, si eres tú —respondió Pedro—, mándame que vaya a ti sobre el agua.
―Ven —dijo Jesús.
Pedro bajó de la barca y caminó sobre el agua en dirección a Jesús. 30 Pero, al sentir el viento fuerte, tuvo miedo y comenzó a hundirse. Entonces gritó:
―¡Señor, sálvame!
En seguida Jesús le tendió la mano y, sujetándolo, lo reprendió:
―¡Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste?
Cuando subieron a la barca, se calmó el viento. 33 Y los que estaban en la barca lo adoraron diciendo:
―Verdaderamente tú eres el Hijo de Dios. San Mateo 14.26-32
Debes entender que una orden dada con fe, debe darse por hecha.
Cuando terminó de hablar al pueblo, Jesús entró en Capernaúm. Había allí un centurión, cuyo siervo, a quien él estimaba mucho, estaba enfermo, a punto de morir. Como oyó hablar de Jesús, el centurión mandó a unos dirigentes de los judíos a pedirle que fuera a sanar a su siervo. Cuando llegaron ante Jesús, le rogaron con insistencia:
―Este hombre merece que le concedas lo que te pide: aprecia tanto a nuestra nación que nos ha construido una sinagoga.
Así que Jesús fue con ellos. No estaba lejos de la casa cuando el centurión mandó unos amigos a decirle:
―Señor, no te tomes tanta molestia, pues no merezco que entres bajo mi techo. 7 Por eso ni siquiera me atreví a presentarme ante ti. Pero, con una sola palabra que digas, quedará sano mi siervo. Yo mismo obedezco órdenes superiores y, además, tengo soldados bajo mi autoridad. Le digo a uno: “Ve”, y va, y al otro: “Ven”, y viene. Le digo a mi siervo: “Haz esto”, y lo hace.
Al oírlo, Jesús se asombró de él y, volviéndose a la multitud que lo seguía, comentó:
―Les digo que ni siquiera en Israel he encontrado una fe tan grande.
Al regresar a casa, los enviados encontraron sano al siervo. San Lucas 7.1-10
La fe no solo logrará que tú le agrades a Dios, si logras desarrollar una fe firme y fuerte como un árbol, lograrás que el mismísimo Dios se asombre de ti, tal como el Hijo de Dios se admiró de la fe de éste centurión, que comprendía que el Hijo de Dios tenía una autoridad sobre la enfermedad de su siervo, y le ahorrarás trabajo al mismísimo Dios, porque si lees detenidamente el relato bíblico, el centurión le ahorró unos pasos benditos y divinos al Hijo del Altísimo, alcanzando la fe necesaria para que su siervo fuera sanado antes de que Jesús llegara a la casa de ese oficial romano.
Debes aceptar que la fe de un tercero puede hacer efecto en la vida de una persona que necesita un milagro, ese tercero o terceros pueden ser amigos o familiares de esa persona que urgentemente necesita un milagro.
Subió Jesús a una barca, cruzó al otro lado y llegó a su propio pueblo. Unos hombres le llevaron un paralítico, acostado en una camilla. Al ver Jesús la fe de ellos, le dijo al paralítico:
―¡Ánimo, hijo; tus pecados quedan perdonados!
Algunos de los maestros de la ley murmuraron entre ellos: «¡Este hombre blasfema!»
Como Jesús conocía sus pensamientos, les dijo:
―¿Por qué dan lugar a tan malos pensamientos? ¿Qué es más fácil, decir: “Tus pecados quedan perdonados”, o decir: “Levántate y anda”? Pues para que sepan que el Hijo del hombre tiene autoridad en la tierra para perdonar pecados —se dirigió entonces al paralítico—: Levántate, toma tu camilla y vete a tu casa.
Y el hombre se levantó y se fue a su casa. Al ver esto, la multitud se llenó de temor y glorificó a Dios por haber dado tal autoridad a los mortales. San Mateo 9.1-8
Tener fe, no resulta de la noche a la mañana, hay que tener paciencia, así conforme la planta va creciendo, sus raíces se van abriendo camino en la profundidad de la tierra, y cuando sopla el viento o pasa una inundación pueda resistir ante tal adversidad. Es decir, una persona con fe inquebrantable resiste todos los problemas que se le presentan, porque tiene una firme confianza en Dios.
Ese día al anochecer, les dijo a sus discípulos:
―Crucemos al otro lado.
Dejaron a la multitud y se fueron con él en la barca donde estaba. También lo acompañaban otras barcas. Se desató entonces una fuerte tormenta, y las olas azotaban la barca, tanto que ya comenzaba a inundarse. Jesús, mientras tanto, estaba en la popa, durmiendo sobre un cabezal, así que los discípulos lo despertaron.
―¡Maestro! —gritaron—, ¿no te importa que nos ahoguemos?
Él se levantó, reprendió al viento y ordenó al mar:
―¡Silencio! ¡Cálmate!
El viento se calmó y todo quedó completamente tranquilo.
―¿Por qué tienen tanto miedo? —dijo a sus discípulos—. ¿Todavía no tienen fe?
Ellos estaban espantados y se decían unos a otros:
―¿Quién es este, que hasta el viento y el mar le obedecen? San Marcos 4.35-41
¿Por qué me llaman ustedes “Señor, Señor”, y no hacen lo que les digo? Voy a decirles a quién se parece todo el que viene a mí, y oye mis palabras y las pone en práctica: Se parece a un hombre que, al construir una casa, cavó bien hondo y puso el cimiento sobre la roca. De manera que cuando vino una inundación, el torrente azotó aquella casa, pero no pudo ni siquiera hacerla tambalear porque estaba bien construida. Pero el que oye mis palabras y no las pone en práctica se parece a un hombre que construyó una casa sobre tierra y sin cimientos. Tan pronto como la azotó el torrente, la casa se derrumbó, y el desastre fue terrible». San Lucas 6.46-49
Si logras desarrollar una fe madura, nada te será imposible.
Maestro —respondió un hombre de entre la multitud—, te he traído a mi hijo, pues está poseído por un espíritu que le ha quitado el habla. Cada vez que se apodera de él, lo derriba. Echa espumarajos, cruje los dientes y se queda rígido. Les pedí a tus discípulos que expulsaran al espíritu, pero no lo lograron.
―¡Ah, generación incrédula! —respondió Jesús—. ¿Hasta cuándo tendré que estar con ustedes? ¿Hasta cuándo tendré que soportarlos? Tráiganme al muchacho.
Así que se lo llevaron. Tan pronto como vio a Jesús, el espíritu sacudió de tal modo al muchacho que este cayó al suelo y comenzó a revolcarse echando espumarajos.
―¿Cuánto tiempo hace que le pasa esto? —le preguntó Jesús al padre.
―Desde que era niño —contestó—. Muchas veces lo ha echado al fuego y al agua para matarlo. Si puedes hacer algo, ten compasión de nosotros y ayúdanos.
―¿Cómo que si puedo? Para el que cree, todo es posible.
―¡Sí creo! —exclamó de inmediato el padre del muchacho—. ¡Ayúdame en mi poca fe!
Al ver Jesús que se agolpaba mucha gente, reprendió al espíritu maligno.
―Espíritu sordo y mudo —dijo—, te mando que salgas y que jamás vuelvas a entrar en él.
El espíritu, dando un alarido y sacudiendo violentamente al muchacho, salió de él. Este quedó como muerto, tanto que muchos decían: «Ya se murió». Pero Jesús lo tomó de la mano y lo levantó, y el muchacho se puso de pie.
Cuando Jesús entró en casa, sus discípulos le preguntaron en privado:
―¿Por qué nosotros no pudimos expulsarlo?
―Esta clase de demonios solo puede ser expulsada a fuerza de oración —respondió Jesús. San Marcos 9-17-29
Jesús reprendió al demonio, el cual salió del muchacho, y este quedó sano desde aquel momento.
Después los discípulos se acercaron a Jesús y, en privado, le preguntaron:
―¿Por qué nosotros no pudimos expulsarlo?
―Por la poca fe que tienen —les respondió—. Les aseguro que, si tienen fe tan pequeña como un grano de mostaza, podrán decirle a esta montaña: “Trasládate de aquí para allá”, y se trasladaría. Para ustedes nada sería imposible. San Mateo 17.18-20
Recordemos lo que aprendimos hoy para hacer crecer la fe.
-Una fe perfecta no se desarrolla de la noche a la mañana, debes tener paciencia.
-No tengas miedo, el miedo viene junto con la duda, y la duda no alimenta tu fe, al contrario la va destruyendo poco a poco.
-La fe sirve para agradar a Dios.
-La fe sirve para asombrar a Dios, para dejarlo admirado.
-La fe viene por el oír palabra de Dios.
-Si tienes una fe firme y fuerte nada te será imposible.
-La fe de un tercero influye en que una persona necesitada de un milagro lo reciba.
-Debes alimentar la semilla de la fe con una constante lectura de la Biblia, y meditar en lo que lees.
-Debes fortalecer tu fe, con oración constante, es decir, debes ser una persona de oración, tal como lo fue nuestro Señor Jesús.
Jesús continuó: «El reino de Dios se parece a quien esparce semilla en la tierra. Sin que este sepa cómo, y ya sea que duerma o esté despierto, día y noche brota y crece la semilla. La tierra da fruto por sí sola; primero el tallo, luego la espiga, y después el grano lleno en la espiga. Tan pronto como el grano está maduro, se le mete la hoz, pues ha llegado el tiempo de la cosecha». San Marcos 4.26-29
Pero lo más importante es lo siguiente:
Para que obtengas la vida eterna debes tener fe.
¿Qué afirma entonces? «La palabra está cerca de ti; la tienes en la boca y en el corazón». Esta es la palabra de fe que predicamos: que, si confiesas con tu boca que Jesús es el Señor y crees en tu corazón que Dios lo levantó de entre los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para ser justificado, pero con la boca se confiesa para ser salvo. Romanos 10.8-10
Si quieres tener la vida eterna debes pronunciar la siguiente oración:
Padre, reconozco que soy un/a pecador/a, y creo que me amaste tanto que enviaste a tu Hijo Jesús a que diera su vida en la cruz para morir en mi lugar y que él resucitó para salvarme de la condenación y darme la vida eterna, yo le abro la puerta de mi corazón a tu Hijo amado Jesús, para que entre como el Salvador y Señor de mi vida, quien me ha perdonado de toda mi maldad, lléname con la plenitud de tu Espíritu Santo para siempre obedecerte y ser bendecido por el poder de tu amor, gracias por escribir mi nombre en el libro de la vida y hacer fiesta en el cielo al recibirme como tu hijo/a. Amén.
Por último daré una definición que da la Biblia sobre la fe:
Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Hebreos 11.1
Por esa fe que has tenido de confesar a Jesús como tu Salvador, has recibido la vida eterna, la cual es un regalo de Dios.
Porque por gracia ustedes han sido salvados mediante la fe; esto no procede de ustedes, sino que es el regalo de Dios, no por obras, para que nadie se jacte. Efesios 2.8-9
Bienvenido a la familia de Dios, los ángeles en el tercer cielo están realizando una fiesta muy alegre al recibir la noticia de que has creído en el Hijo de Dios.
Que Dios los colme de sublimes bendiciones, en el Nombre de Cristo Jesús.
lonnotheo-mo-1981 Corey Walker link
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