Estudio bíblico: El liderazgo de Moisés, el siervo del Señor. “40-40-40”

Estudio bíblico: El liderazgo de Moisés, el siervo del Señor. “40-40-40”

Dios les bendiga mis queridos lectores, que Dios el Señor sea el arquitecto de sus sueños.

Moisés fue el primer ser humano que registra la Biblia, a quien Dios le reveló su nombre eterno en el monte Sinaí o monte Horeb, diciéndole: “YO SOY EL QUE SOY”. en las citas bíblicas usaremos la Biblia versión Dios Habla Hoy, una de mis favoritas.

Pero Moisés le respondió:

—El problema es que si yo voy y les digo a los israelitas: “El Dios de sus antepasados me ha enviado a ustedes”, ellos me van a preguntar: “¿Cómo se llama?” Y entonces, ¿qué les voy a decir?

Y Dios le contestó:

—YO SOY EL QUE SOY. Y dirás a los israelitas: “YO SOY me ha enviado a ustedes.” Éxodo 3.13-14

Moisés, al igual que tú, sabía que había sido elegido para una tarea importante y difícil, pero debes de tener en cuenta que Moisés no fue llamado a ser un líder inmediatamente, tuvo que pasar por un proceso.

En aquel tiempo nació Moisés. Fue un niño extraordinariamente hermoso, y sus padres lo criaron en su casa durante tres meses. Cuando tuvieron que abandonarlo, la hija del faraón lo recogió y lo crió como si fuera su propio hijo. De esa manera Moisés fue instruido en la sabiduría de los egipcios, y fue un hombre poderoso en palabras y en hechos. »A la edad de cuarenta años, Moisés decidió visitar a los israelitas, que eran su propio pueblo. Pero al ver que un egipcio maltrataba a uno de ellos, Moisés salió en su defensa, y lo vengó matando al egipcio. Y es que Moisés pensaba que sus hermanos los israelitas se darían cuenta de que por medio de él Dios iba a libertarlos; pero ellos no se dieron cuenta. Al día siguiente, Moisés encontró a dos israelitas que se estaban peleando y, queriendo ponerlos en paz, les dijo: “Ustedes son hermanos; ¿por qué se maltratan el uno al otro?” Entonces el que maltrataba a su compañero empujó a Moisés, y le dijo: “¿Quién te ha puesto a ti como jefe y juez entre nosotros? ¿Acaso quieres matarme, como mataste ayer al egipcio?” Al oír esto, Moisés huyó y se fue a la tierra de Madián. Allí vivió como extranjero, y tuvo dos hijos. »Cuarenta años después, en el desierto, cerca del monte Sinaí, un ángel se le apareció en el fuego de una zarza que estaba ardiendo. Moisés se asombró de aquella visión, y cuando se acercó para ver mejor, oyó la voz del Señor, que decía: “Yo soy el Dios de tus antepasados. Soy el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob.” Moisés comenzó a temblar de miedo, y no se atrevía a mirar. Hechos 7.20-32

Moisés sintió el llamado a ser un líder de su pueblo a la edad de 40 años, y quiso que sus hermanos israelitas se dieran cuenta que él había sido elegido por Dios, pero quería hacerlo a su manera, por lo que mató un egipcio. Moisés quería actuar inmediatamente como un libertador, viendo que su pueblo sufría terrible esclavitud, pero para Dios todavía Moisés no estaba listo, por lo que lo preparó otros 40 años en el desierto.

Es irónico que cuando Moisés no estaba listo a los ojos de Dios quería ser líder, y cuando ya Dios lo había preparado, es decir, cuando estaba listo para libertar a su pueblo, ya no quería asumir tal responsabilidad.

Eso le puede pasar a cualquier hermano o hermana en la iglesia, has sentido el llamado, estás con toda la seguridad y el entusiasmo de servir en la iglesia y tomar el liderazgo de un ministerio, un pastorado quizá, un llamado a ser misionero o misionera, pero llega una prueba a tu vida y te desanimas por completo, y quisieras olvidar ese llamado, te deprimes, sospechas que Dios no tomó en serio el deseo de tu corazón en servirle, piensas que ese llamado solo fue obra de tu imaginación... en fin, te diré lo que pasa: tú pensabas que estabas listo, que tenías el estudio teológico necesario, que fuiste enseñado por los mejores músicos, que estudiaste cursos bíblicos de evangelismo, una licenciatura en teología, tal como lo pensó Moisés a sus 40 años, ya que él tenía el estudio y la sabiduría de los egipcios, pues lo criaron en el mismo palacio del faraón, ningún hebreo en ese entonces hab´+ia sido tan instruido como lo fue Moisés; pero ante los ojos perfectos de Dios, Moisés no estaba listo, él tenía que pasar otros 40 años, en la soledad del desierto con aquellas ovejas, en esas montañas para poder estar apto... Con esto no quiero decirte que tus estudios fueron una pérdida de tiempo, o dinero mal invertido, no, al contrario era necesario que estudiaras, pero luego Dios habrá de prepararte el corazón, pues durante ese proceso, ya estarás capaz, listo, apto para poder escuchar la voz de Dios en la zarza ardiente.

Ya cuando tu corazón esté atento para prestarle atención a la voz de Dios, tu ministerio comenzará a alzar vuelo.

Así que, anda, que yo estaré contigo cuando hables, y te enseñaré lo que debes decir. Éxodo 4.12

Cuando estés listo para tomar el puesto de un líder, lograrás lo que Moisés hizo con la ayuda de Dios.

En el monte Sinaí, Dios se le apareció a Moisés en una zarza ardiente que no se consumía, y allí Dios le dio la orden de libertar a su pueblo Israel, y llevarlo a ese mismo monte.

Y Dios le contestó:

—Yo estaré contigo, y ésta es la señal de que yo mismo te envío: cuando hayas sacado de Egipto a mi pueblo, todos ustedes me adorarán en este monte. Éxodo 3.12

Moisés pensaba que a sus 40 años estaba más que preparado para liderar a su pueblo hacia la libertad, pero no sabía que tenían que pasar otros 40 años para completar su preparación como líder.

Moisés y Aarón lo hicieron todo tal como el Señor se lo había ordenado. Moisés tenía ochenta años, y Aarón ochenta y tres, cuando hablaron con el faraón. Éxodo 7.6-7

Moisés logró matar a un egipcio con sus propias fuerzas, pero con la fuerza de Dios ocurrieron maravillas en la tierra de Cam, en donde fueron innumerables los egipcios que murieron por las plagas y especialmente cuando el mar Rojo se abrió para que pasara por tierra el pueblo de Israel y luego el mar se cerró para acabar con el poderoso ejército del faraón.

Entonces Dios envió a su siervo Moisés,
y a Aarón, a quien había escogido,
y ellos realizaron señales de Dios en el desierto:
¡grandes maravillas en la tierra de Cam!
Envió Dios una oscuridad que todo lo cubrió,
pero los egipcios desatendieron sus palabras.
Convirtió en sangre el agua de sus ríos,
y mató a sus peces;
infestó de ranas el país,
y aun la alcoba del rey.
Habló Dios, y nubes de tábanos y mosquitos
invadieron el territorio egipcio.
En vez de lluvia, envió granizo
y llamas de fuego sobre el país.
Destrozó sus viñas y sus higueras;
¡destrozó los árboles de Egipto!
Habló Dios, y llegaron las langostas;
¡tantas eran, que no se podían contar!
¡Devoraron la hierba del campo
y todo lo que la tierra había producido!
¡Hirió de muerte, en Egipto mismo,
al primer hijo de toda familia egipcia!

Dios sacó después a su pueblo
cargado de oro y plata,
y nadie entre las tribus tropezó.
Los egipcios se alegraron de verlos partir,
pues estaban aterrados. Salmo 105.26-38

Cuando Moisés sacó de Egipto a los ejércitos del Señor, es decir, el pueblo de Israel, el cual fue guiado hacia ese mismo monte, ya no observó una zarza ardiente que no se consumía, pues observó a todo ese monte ardiendo en fuego, y también el pueblo entero escuchó claramente la voz de Dios.

Al amanecer del tercer día hubo relámpagos y truenos, y una espesa nube se posó sobre el monte. Un fuerte sonido de trompetas hizo que todos en el campamento temblaran de miedo. Entonces Moisés llevó al pueblo fuera del campamento para encontrarse con Dios, y se detuvieron al pie del monte. Todo el monte Sinaí echaba humo debido a que el Señor había bajado a él en medio de fuego. El humo subía como de un horno, y todo el monte temblaba violentamente. El sonido de trompetas fue haciéndose cada vez más fuerte; Moisés hablaba, y Dios le contestaba con voz de trueno. El Señor bajó a la parte más alta del monte Sinaí, y le pidió a Moisés que subiera a ese mismo lugar. Moisés subió. Éxodo 19.16-20

Esa es tu meta, guiar a un pueblo hacia un “avivamiento”, para que al igual que tú, escuche claramente la voz de Dios, quien desea que se le obedezca porque él sabe lo que es mejor para cada persona, pero primero debe estar completamente atento tu corazón para obedecer la voz de Dios, pues será a la manera de “YO SOY EL QUE SOY”, y nunca será a tu manera.

Todos los israelitas fueron testigos de los truenos y relámpagos, del sonido de trompetas y del monte envuelto en humo; pero tenían miedo y se mantenían alejados. Así que le dijeron a Moisés:

—Háblanos tú, y obedeceremos; pero que no nos hable Dios, no sea que muramos.

Y Moisés les contestó:

—No tengan miedo. Dios ha venido para ponerlos a prueba y para que siempre sientan temor de él, a fin de que no pequen.

Y mientras el pueblo se mantenía alejado, Moisés se acercó a la nube oscura en la que estaba Dios.

El Señor le dijo a Moisés:

«Di lo siguiente a los israelitas: “Ya ustedes han visto que he hablado desde el cielo con ustedes. Éxodo 20.18-22 

Sabemos que Moisés vivió 120 años, es decir, que luego de estar apto para su liderazgo, pasó los últimos 40 años como guía del pueblo de Israel. En resumen la vida de Moisés se dividió en tres etapas de 40 años cada una.

Y así Moisés, el siervo de Dios, murió en la tierra de Moab, tal como el Señor lo había dicho, y fue enterrado en un valle de la región de Moab, frente a Bet-peor, en un lugar que hasta la fecha nadie conoce. Murió a los ciento veinte años de edad, habiendo conservado hasta su muerte buena vista y buena salud. Éxodo 34.5-7

Que “YO SOY EL QUE SOY” los bendiga maravillosamente.